LOS 6 ENEMIGOS DE NUESTRA AUTOESTIMA Y CÓMO HACERLES FRENTE

La autoestima se ha presentado como la receta universal para todos los males de la humanidad, la panacea, el bálsamo de Fierabrás. Desde luego, tener buena autoestima es algo positivo, pero las cosas nunca son tan fáciles como parecen. La autoestima no es el botón de encendido o apagado de nuestra felicidad. Para mejorar nuestra autoestima debemos desprogramar nuestro cerebro de sus hábitos limitantes y potenciar nuestra Inteligencia Emocional.

Nuestra autoestima es la consecuencia de nuestro estilo de vida, no algo que se activa o desactiva según las circunstancias y las personas de nuestro entorno


En este artículo quiero darte algunas recomendaciones que tal vez puedan ayudarte a orientar tu vida y cuidar de ti mismo en ese sentido, pero ten en cuenta lo siguiente: la mayoría de las personas suelen necesitar la ayuda de un coach personal para sanar sus heridas emocionales y desarrollar su Inteligencia Emocional.

El motivo es sencillo: en el ADN de nuestro sistema educativo y en el estilo de crianza de nuestros padres, la educación emocional ha brillado por su ausencia. Cada día avanzamos mucho en esta dirección para evitar que las próximas generaciones carezcan de lo que a nosostros nos faltó, pero estamos lejos aún de conformarnos con los resultados obtenidos. Si crees que podrías necesitar asesoramiento, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

Aquí te dejo los 6 principales enemigos de tu autoestima que tienes que tener bajo vigilancia para evitar que ganen la batalla a tus emociones.

Tú mismo
El principal y mayor enemigo de tu autoestima eres tú mismo. A mucha gente le sorprende cuando lo digo así, pero siento en lo más hondo de mi ser que es cierto: hay padres y profesores que enseñan a sus hijos a auto-sabotearse. Sí, así lo creo: nos enseñan a ser nuestros peores enemigos.

¿Qué enseñan, si no, frases como: "no podrás hacerlo", "no vales para nada", "aparta, que tú no sabes", "no serás capaz", "eres un inútil", "con esas pintas nadie te va a querer"?

Todas esas frases las hemos interiorizado y son muy limitantes. De pequeños no podíamos hacer nada y aceptábamos como ciertos todos los calificativos peyorativos que nos ponían en la familia o en la escuela. En lugar de cuestionar esas frases, de mayores nos las repetimos a diario hasta que nos bloquean y nos paralizan. Al paralizarnos nos ponemos excusas. Y a fuerza de excusarnos y dejar de hacer lo que queremos, nos acostumbrarnos a que todo nos asuste, nos provoque culpa o vergüenza social. De esta forma acabamos siendo débiles e inseguros.

Plantéalo de la siguiente manera: ¿te ayuda todo esto a conseguir lo que quieres? ¿te ayuda a sentirte bien o te hunde más y más en el pozo?

Pues empieza, a partir de ahora, a ser tu mejor aliado

No escuchar a nuestro cuerpo
Tu cuerpo es una maquina biológica fascinante y muy precisa: te manda todo el rato señales de cómo estás y de lo que sientes. Además, todo lo que piensas o interpretas, es traducido a una respuesta emocional en tu cuerpo. A pesar de todo, es posible que hayas aprendido a no prestar atención a esas señales y a menospreciarlas.

Sientes un dolor de cabeza molesto o una jaqueca que dura días, la respiración acelerada, tensión en la espalda o en los hombros: no haces nada al respecto. En ocasiones has dormido poco y mal, pero no te lo tomas en serio. Has comido a cualquier hora, sin respetar horarios. Tienes la tripa revuelta. Vas con prisas a todas partes, no paras de sobrecargarte. Te sientes estresado, agotado, quemado por todo. Todo te molesta. ¿Te resulta familiar? Tu cuerpo te está mandando señales de que algo no va bien en tu vida, y lo peor de todo es que no le estás haciendo caso.

Quizá te parezca una tontería, pero al no escuchar, querer o cuidar a tu cuerpo, estás interiorizando un mensaje terrible: que no te quieres. Esto es cierto al 100% porque tú eres tu cuerpo. Según respetes y quieras a tu cuerpo, así te respetarás y querrás a ti mismo. Por eso cada vez que no prestas atención a los mensajes de tu cuerpo, vas dejando que una herida emocional se abra en tu autoestima. Una herida que poco a poco te irá dañando, debilitando y enfermando, hasta que ya no puedas más.

No esperes a que tu cuerpo te grite: ¡Basta!
¡Empieza ahora mismo a cuidarte!

Relacionarnos con gente tóxica
Hay personas que consumen toda tu energía y todo tu tiempo, te manipulan, te agotan emocionalmente. Les importas bastante poco y hacen todo lo posible para que subordines tus deseos a los suyos. En otro artículo hablé detalladamente sobre estos enemigos de nuestra autoestima. Si quieres conocer más al respecto, te recomiendo que entres en el enlace para más información.

Perfeccionismo
Una tarea te puede llevar horas. Revisas una y otra vez lo que has hecho, si no estás satisfecho, la deshaces y la vuelves a empezar. No debe haber fallos. Cada cosa debe hacerse en su correcta secuencia y orden. Rara vez te satisface el resultado, hasta en ocasiones no te deja dormir. Sientes agobio, presión. No dejas de pensar en cómo hacerlo mejor y... nunca o casi nunca la terminas como quieres. Nunca estás del todo seguro de cuando estará perfecta.

Mucha gente suele señalar a la tarea como la culpable de esta obsesión por la perfección: es que es muy exigente, es que es muy dificil, es que requiere mucha dedicación. La realidad suele ser otra: la inseguridad no la causa la tarea, sino nosotros mismos. Te lo explico de otra forma: la inseguridad que sientes en ti mismo (tu baja autoestima) se proyecta en lo que haces y te vuelve incapaz de acabar nada. Prueba a partir de ahora a no exigirte demasiado. Hay ocasiones en que te pasas y te agohas a ti mismo con tus obligaciones. Afloja la soga que te has atado al cuello y prueba a desconectar de vez en cuando: yoga, meditación, relajación, deporte... Te ayudarán a centrarte en lo qe verdaderamente importa: tu bienestar.

Delegar tu bienestar en los demás
Quieres lo mejor para tus padres, para tu pareja, para tus amigos. Es muy posible que ellos deseen lo mismo para ti. Recibir ayuda de los demás no es negativo, más bien todo lo contrario, así como su apoyo, respeto y reconocimiento. Pero delegar en ellos nuestro bienestar no es una buena idea. Nuestra felicidad sólo debe depender de nosotros mismos y de nadie más. Sabes que estás pasando la linea roja cuando te afecta demasiado lo que los demás hagan o dejen de hacer por ti, o lo que opinen o dejen de opinar sobre ti. En esos casos su implicación no te ayuda a sumar, sino que te resta, te limita, porque te hace renunciar a cosas que quieres hacer de verdad. No te ayuda a avanzar. Si eso pasa, mantente alerta.

Pensar en tus problemas
Estamos cansados de oir todo el tiempo que lo que hacemos es evitar los problemas, que nos defendemos de los problemas o que escapamos de ellos. No pienso igual. En mi opinión, lo que evitamos no son los problemas, sino las soluciones.

La gente se aferra al pasado, a lo que los otros le hicieron, a los traumas, o a sus más insignificantes defectos, como si se hubieran acostumbrado a convivir con ellos. Muchas veces les podemos reprochar a esas personas que no quieran ver sus problemas, pero en realidad no hacen más que hablar y obsesionarse con ellos. En mi opinión, pensar en un problema es cómo tocar obsesivamente el descosido de nuestro jersey: cuanto más lo hacemos, más abrimos el agujero, cuando de lo que se trata es de coger aguja e hilo y empezar a coser.

De hecho este estilo victimista es fácil de detectar: hay gente que se sirve de todo lo malo que les pasa para manipular a los demás y sacar beneficio. Esto nos priva de conseguir nosotros lo que queremos, nos coloca en una posición de debilidad, intensifica nuestros miedos y bloqueos y alimenta nuestras inseguridades.

Comentarios

Entradas populares