LAS TRES COSAS QUE HACEMOS QUE BLOQUEAN NUESTRA EMPATÍA

La cantante estadounidense, Ruth Bebermeyer, escribió en cierta ocasión unas reveladoras lineas sobre la naturaleza ambivalente de las palabras. El poema lo llamó "The words are windows (or they're walls) [Las palabras son ventanas (o son paredes)]" donde pone de manifiesto el doble uso de las mismas: como ventanas (para liberar, empatizar y unir a las personas) o como paredes (para herir, asustar o condenar a los demás).

Quiero compartir con vosotros algunas frases del poema:

"Siento que tus palabras me sentencian,
que me juzgan y que me apartan de ti,
pero antes de irme, tengo que saber
si eso es lo que quieres decirme.
Antes de eregirme en mi defensa,
antes de hablar herida o asustada,
antes de levantar esa pared de palabras,
quiero saber si de verdad te he oído.
[...]
Si no me expreso claramente con mis palabras,
¿me ayudarás a ser libre?
Si te pareció que quise rebajarte,
si creíste que que no me importabas,
trata de escuchar a través de mis palabras
los sentimientos que compartimos"

Lo que expresa el poema es una situación muy habitual entre los amigos, los familiares, las parejas, entre padres e hijos, entre profesores y alumnos: que ciertas formas de comunicarnos nos ponen a la defensiva, nos bloquean, nos impiden conectar con los sentimientos que compartimos con los demás.

Si no empatizamos con esos sentimientos, no colaboraremos entre nosotros, sino que entraremos en guerra.


Si quieres aprender a detectar tres estrategias de comunicación que bloquean la empatía, sigue leyendo.

Primera estrategia: los juicios moralistas
Un tipo de comunicación que nos aleja de los demás y que daña nuestras relaciones, es aquella en la que hablamos desde el juicio y la crítica. Es decir, aquella que presupone una actitud erronea o malvada en los demás cuando no actúan de acuerdo a lo que nosotros pensamos que es lo correcto: "eres un vago", "tu problema es que eres un egoista", "me parece inapropiado que hagas eso", "es estúpido pensar así", "estás actuando como un niño".

En pocas palabras: echar la culpa al otro, insultarlo, rebajarlo, ponerle etiquetas, criticarlo o hacer un "diagnóstico psicológico", son varias formas de juzgar a una persona, ponerla a la defensiva y separarla de nosotros.

Evita este tipo de frases cuando hables con otros. Enfoca la situación de otra manera: los juicios que haces a los demás expresan más tus necesidades insatisfechas, que las debilidades de los demás.

¿Cuándo solemos juzgar al otro? Especialmente cuando delegamos en los demás la responsabilidad de que resuelvan nuestros problemas, y por eso, cuando no asumen ese papel, nos enojamos y enfadamos, lanzando nuestra crítica desde el rencor o desde la ironía.

Segunda estrategia: las comparaciones
A nadie le gusta que le comparen con los demás. Muchos lo hemos podido sufrir diariamente: cuando nos comparaban con nuestros hermanos o hermanas, con los compañeros de clase, con otros padres, con otros hijos, con otros primos, tíos o padrinos, con otros amigos o amigas...

La mejor forma de volverse desgraciado es compararse con los demás, especialmente con aquellos que hacen las cosas mejor que nosotros, que siempre los habrá.

Sea como sea, lo cierto es que hacer comparaciones entre personas bloquea la empatía. Cuando comparamos a nuestro interlocutor con otra persona, automaticamente la ponemos a la defensiva y dañamos la relación.

Tercera estrategia: negar la responsabilidad
La mejor forma de negar nuestra responsabilidad sobre lo que hacemos es convertirlo en un deber o en una obligación que, en caso de incumplirse, nos hará sentir terriblemente culpables: "te guste o no, hay que hacerlo", "es lo que hay", "esto debes hacerlo porque sí".

Cuando hacemos las cosas por "deber" o por "obligación", no atendemos a las necesidades y emociones que hay de fondo  en lo que hacemos, que son las que deberíamos cuidar de verdad, pues son los verdaderos motores de nuestras acciones.

Peor aún, en ocasiones, al actuar movidos por el deber y la obligación, reprimimos las necesidades y emociones del otro a través del reproche, el juicio moral o el castigo, y todo eso daña la relación. Por eso, muchas veces, las obligaciones y las exigencias son negadoras de necesidades.

Por ejemplo: "tienes que recoger tu habitación porque es tu obligación" (esta frase no valida ni reconoce las necesidades del niño); "pegué a mi hijo porque no me hizo caso" (no, le pegas porque es una estrategia que aprendiste de tus padres para satisfacer tu necesidad de seguridad); "mentí a mi amiga, porque mi padre me pidió que lo hiciera" (no, mentiste a tu amiga porque estás necesitado de amor paterno, y necesitas su validación y apoyo); "tengo que trabajar porque es mi responsabilidad como adulto" (no, eliges trabajar por que obtienes: dinero, reconocimiento, aprecio, una fuente de autoestima... en cada persona es diferente); "no pude evitarlo, y me comí toda la bolsa de patatas fritas" (elegiste no evitarlo, y te dejaste llevar por una necesidad desplazada).

Comentarios

  1. Hey Nice Blog!!! Thank you for sharing information. Wonderful blog & good post.Its really helpful for me, waiting for a more new post. Keep Blogging!

    https://www.pfda.in/
    https://www.pfda.in/best-nda-coaching-in-lucknow/
    https://www.pfda.in/best-cds-coaching-in-lucknow/

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares