LA PERSONALIDAD "COMO SÍ": 9 RASGOS QUE LOS DEFINEN
La personalidad "como
sí" (as if) es una de las personalidades más
enigmáticas y fascinantes que se haya podido registrar en la
literatura psicoanalítica. Se trata de personas que, a simple vista,
pueden parecer como los demás, pero que, sin embargo, tras esa
máscara de normalidad que proyectan al exterior, ocultan una grave
herida emocional no resuelta que les impide fortalecer y desarrollar
su verdadero ser: se sienten profundamente vacíos por dentro.
Los individuos con este
tipo de personalidad no son conscientes de lo que les pasa. Mimetizan
las acciones, reacciones, pensamientos e ideas de los demás y las
asimilan como propias, las integran en un yo no coherente y
falso, que no les es propio, sino absolutamente condicionado y
recibido por los demás. Su sensación vital es la de no saber
exactamente quienes son, ni tener objetivos y metas propios, y nadar
a la deriva en un mar de incertidumbre sin acabar de encontrar un
sentido pleno para vivir.
¿Piensas que puedes
tener esta personalidad? ¿Tal vez pueda tenerla algúun familiar o
amigo? Si quieres averiguarlo, sigue leyendo los rasgos que la
definen.
Primer
rasgo: Rechazo de la realidad
El verdadero yo de
la personalidad "como sí" es muy vulnerable, está
herido emocionalmente, y necesita protegerse con un "falso
yo" (un personaje mimético, que se adapta a todas las
circunstancias y espectativas de los demás, pero que no es
auténtico, natural ni genuino). La función que cumple el "falso
yo" es defensiva, y es la de gestionar las energias propias
para satisfacer las necesidades internas y atender a las demandas de
la realidad sin exponer verdaderamente quienes somos. Todos, en
cierto modo, tenemos un "falso yo", pero una
personalidad "como sí" se siente plenamente
identificada con él. El rechazo de la realidad es un mecanismo que
les ayuda a porteger su verdadero yo, débil, vulnerable y herido
emocionalmente. Por eso es común que estas personas tengan una
visión de la realidad muy distorsionada y tiendan a inventarse
historias muy fantasiosas y a ser muy mentirosas.
Segunda
señal: Sentimientos de extrañeza.
Esos sentimientos se
perciben, especialmente, a través de ciertas sensaciones en el
cuerpo. Sienten cosas raras, que les cuesta explicar o nombrar, y que
remiten a un vacío interior emocional imposible de definir. Cuando
ese vacío existencial se vuelve presente, en ocasiones se sienten
"fuera de sí", como si su identidad se
desvaneciera, como si estuvieran a punto de apagarse. Esto es así
porque, cuando la realidad o una situación interna, les demanda un
yo fuerte (si ellos no pueden responder desde los recursos de un
falso yo que, por lo que sea, ha dejado de funcionales) lo que
sienten es una falta de registro emocional: un profundo vacío.
En casos graves, pueden llegar a tener episodios de
despersonalización (perdida del yo). En general, estas
sensaciones intentan anestesiarlas con actos impulsivos y
compulsivos: conductas auto-lesivas, consumo de drogas,
promiscuidad , intensos de suicidio y otros.
Tercera
señal: Impulsividad
Su verdadero yo es débil
e inmaduro, está herido, por eso les cuesta regularse y organizarse
en su vida. Las personas "como sí" suelen padecer
problemas para atender a sus responsabilidades, no cumplen sus
horarios, se comprometen con cosas que luego no pueden asumir. En
general, se mueven por impulsos, por el momento, y muchas veces, por
mimetizarse con los demás o simplemente complacerles, para recibir
de ellos un chute de autoestima (reforzando el falso yo).
Luego acaban sumidos en un caos de horarios, responsabilidades y
compromisos del que les cuesta salir.
Cuarta
señal: Mecanismos de defensa inmaduros
Las defensas siempre son
necesarias ante situaciones de crisis. Hay defensas maduras e
inmaduras. Las primeras nos ayudan a tener nuestra vida bajo control
y a afrontar las crisis emocionales. Las defensas inmaduras nos
limitan y restringen nuestra vida, haciéndola más complicada. Las
defensas más comunes en este caso son: la negación de la
realidad (mediante la mentira y el engaño); la
proyección (echando la culpa a los demás y abusando de la
victimización); la escisión (las personas o
experiencias son maravillosas o trágicas, no hay términos medios),
entre otras más.
Quinta
señal: Herida narcisista
Viven la más mínima
frustración, comentario negativo, o reproche, como una gran afrenta
personal. Son muy sensibles a críticas, errores o fallos. No lo
hacen por arrogancia o porque sean narcisistas (aunque puede
parecérselo a los demás), sino por una cuestión puramente
defensiva: si les señalas que su "falso yo"
tiene fisuras, les estás dejando desarmados ante un vacío emocional
con el que no saben lidiar de otra manera.
Sexta
señal: Somatizaciones
Buena parte de lo que les
pasa es consecuencia de una infancia dificil, llena de heridas
emocionales, maltratos, manipulaciones, abusos y desprecios
sistemáticos de parte de las personas que les cuidaron. La mayoría
de estas personas no encontraron a nadie que les nombrara lo que les
pasaba o que les explicará lo que les sucedió o les enseñara a
manejar sus emociones, especialmente las negativas. La consecuencia
de no haber recibido lo que necesitaron de pequeños es un vacío
emocional que no ha podido cicatrizar. Las emociones no gestionadas y
las necesidades no nombradas, se acaban reflejando en el cuerpo:
enferman con mucha facilidad que los demás (gripes,
catarros), tienen problemas digestivos (colon irritable,
anorexia, bulimia), alergias estacionales o alimenticias,
jaquecas o dolores de cabeza frecuentes, enfermedades
autoinmunes, contracturas, problemas circulatorios...
todos ellos consecuencia del estrés y la ansiedad que les genera su
vida y su historia personal.
Septima
señal: Seducción
Son personas que buscan
constantemente el amor que nunca recibieron en la infancia. Un amor
auténtico, puro, genuino y natural. Su necesidad imperiosa de ser
amados les lleva a intentar mostrar constamente una forma de ser
atractiva, especial, seductora, que llame la atención y atraiga a
los demás (es su personaje en acción, su falso yo actuando).
En un primer momento, la persona "como sí"
idealizará sus relaciones sociales, pero a medida que pase el tiempo
y la realidad muestre que los demás no son tan perfectos como
pensaba, pasan inmediatamente al otro extremo: la total
desvalorización. Eso les dificulta sus relaciones personales
enormemente, pues son de extremos. Con frecuencia, trasmiten a los
demás una sensación de falsedad, de teatralidad, de negaño, y al
mismo tiempo, estas personas se sienten con frecuencia traicionadas y
atacadas por los demás, no comprendidas, escuchadas y acompañadas.
Octava
señal: Miedo al abandono
Esta es la contra-cara de
la necesidad imperiosa de ser amado incondicionalmente. Buena parte
de lo que hacen las personas "como sí" es para
evitar el abandono, la soledad. Les cuesta hacer las cosas del día a
día sin que nadie les acompañe y apoye, necesitan estar rodeadas de
personas que les presten atención, necesitan de una pareja
sentimental que viva por y para ellos casi en exclusiva. Necesitan
que la gente gire a su alrededor y esté pendiente de ellos, de sus
necesidades y deseos. Pero insisto, no es por egocentrismo, ni por
narcisismo, es por necesidad: si no reciben ese refuerzo, ese
apoyo auxiliar a su yo, se derrumbarán, sentirán más de cerca la
sensación de vacío, y para ellos es una experiencia realmente
insoportable que les puede llevar a lo peor.
Novena
señal: El terror sin nombre
Se trata de una sensación
dificilmente nombrable, que sienten este tipo de personas, y que a la
mayoría de nosotros nos cuesta comprender o entender (porque no
hemos sentido nunca algo similar). Es consecuencia de un apego no
seguro, de falta de intimidad emocional, de presencia o mirada
materna, de forma muy generalizada, que se ha desarrollado en
momentos especialmente vulnerables para el niño y donde podemos
afirmar la existencia de cierta gravedad. Esto último es lo que
Wilfred Bion llamó el Terror sin Nombre. Hablamos de niños
que, de pequeños se sintieron sólos, abandonados, maltratados (sus
necesidades genuinas y naturales no fueron correctamente
satisfechas), y se sintieron acosados por emociones sin sentido
que sus padres no supieron nombrar y gestionar.
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