¿POR QUÉ AMAS A TU PAREJA? DESCUBRE LOS 3 TIPOS DE APEGO
¿Te cuesta intimar y
abrirte emocionalmente con tu pareja? ¿te asaltan constentes miedos
y dudas respecto a la relación? ¿Te cuesta mucho estar sólo y
necesitas tenerla a tu lado constantemente? ¿sientes que el amor no
está hecho para ti y has decidido vivir soltero? ¿piensas que
tienes mala suerte a la hora de elegir pareja y todos los principes
te salen ranas?
Sobre el amor hay muchas
preguntas, y realmente muy pocas respuestas. Durante siglos los
poetas, los filósofos, y las personas comunes, se han hecho
preguntas sobre este vínculo tan importante y al mismo tiempo, tan
desconocido para nosotros. Mi intención es escribir este artículo
para arrojar un poco de luz en este tema y dar algunas respuestas a
estos interrogantes.
Desde mi punto de vista,
nuestra forma de ser en una relación de pareja no es debida al azar,
las circunstancias o incluso a la forma de ser del otro. Pocas cosas
se improvisan en el amor. Desde el primer flechazo, hasta el proceso
de enamoramiento, seducción y posterior formalización del noviazgo
y/o matrimonio, así cómo la forma en que nos relacionamos, tienen
su origen en la infancia, especialmente en la forma en la que
hemos sido amados por nuestros padres y en el modelo que ellos
nos han ofrecido como pareja.
Si quieres descubrir la
forma en la que tus relaciones de apego en la infancia han influido
en tu forma de amar, sigue leyendo.
Pero
primero...
¿Qué es el apego? Se
trata del lazo emocional
del bebé con sus
cuidadores. Un vínculo genuino, natural, que el niño no elige, sino
que pide y reclama por biología. Nuestro diseño tiene un handicap
que al mismo tiempo es una oportunidad increible: nacemos
incompletos, desvalidos y dependientes de los adultos, pero eso nos
abre las puertas a un desarrollo personal no visto en otras especies
animales.
En la
relación de apego, el bebé no busca sólo la intimidad emocional
con los cuidadores, sino también seguridad, validación,
presencia, mirada, aceptación incondicional,
estima, complacencia y cuidados. La forma en la
que los cuidadores, tanto primarios, como sustitutivos (una
niñera, un familiar cercano, un profesor, o similares) nos
cuidaron, determina y condiciona mucho, no sólo nuestras relaciones
de pareja, sino la forma en la que nos vamos a relacional con los
demás, en general.
Los
tipos de apego en la infancia
Son
basicamente tres: seguro, ambivalente y evitativo.
Vamos a verlos uno por uno en detalle para que puedas descubrir cúal
fue el tuyo. Recuerda que no se tratan de categorias cerradas. Muchas
veces se combinan unas y otras en una misma relación (mamá puede
sostener un apego seguro, pero la muerte de su padre hizo que
rompiera la relación con su hijo y pasara a ser ambivalente) o
incluso pueden darse diferentes modelos según el cuidador (papá
mantiene un vinculo evitativo con el niño, y mamá uno ambivalente).
Cada uno de esos matices es lo que hace que seas único y diferente.
Apego
seguro. Hablamos de
vínculo seguro
cuando la impresión emocional del niño es la de haber recibido un
amor incondicional, no vinculado a sus éxitos, resultados, notas o
comportamiento. En general, los cuidadores han sido "suficientemente
buenos" (pues
nunca se puede ser perfecto) y
han sabido estar presentes (disponibles)
y complacer las necesidades afectivo-emocionales de su hijo. Han
sabido crear una intimidad emocional (no dependiente)
que ha creado una relación auténtica, transparente y sus hijos se
han sentido seguros, han podido confiar en ellos (no se han
sentido traicionados o abandonados en momentos decisivos)
y han desarrollado una fuerte autoestima.
Apego
ambivalente. Hablamos de
un vínculo ambivalente,
cuando la relación con los cuidadores ha dejado la impresión
emocional en el niño de que el amor que ha recibido no ha sido
incondicional, sino siempre supeditado a "satisfacer"
o "cumplir"
con las expectativas y mandatos paternos (suele haber
chantaje y similares). Esta
situación, dificulta o pone una barrera frente a la intimidad
emocional, y debido a ello, el niño se siente inseguro y
desconfiado. Son hijos que reclaman mucha atención, conctacto
físico, mirada, presencia paterna, porque les falta (o
porque la que se le da no la sienten o perciben como auténtica).
Esto genera en los niños un profundo miedo al abandono. Este tipo de
apego puede agravarse si se dan otra serie de circunstancias
añadidas: inestabilidad
en la relación en los padres, divorcios traumáticos, maltrato
físico sistemático, y similares.
Apego
Evitativo. Hablamos de vínculo evitativo cuando la relación con
los cuidadores ha dejado la impresión emocional en el niño de que
no puede contar con ellos para nada. En general, cuando estas
personas hablan de su vida, hablan de padres despreocupados, no
presentes, que no han puesto ningún límite ni tampoco interés en
la vida de su hijo. No se han sentido queridos, amados, respetados ni
atendidos por ellos. Esta situación les ha llevado a desconfiar de
las personas, a no querer entender las emociones de los demás
(tampoco entienden ni son capaces de expresar las suyas) y a
rechazar toda forma de intimidad. Para poder soportar la situación
de su infancia, han tenido que construir una personalidad fría,
distante e independiente, que les permitiera defenderse de todo lo
que les pasó.
Y
ahora...
¿Cómo
amamos según nuestro apego en la infancia? La realidad siempre
tiene muchos matices, porque cada persona es un mundo, pero en
general, esas relaciones y experiencias de apego en la infancia dejan
una huella emocional estable a lo largo de la vida que marca nuestras
decisiones futuras, especialmente aquellas que tienen que ver con el
amor.
Las
personas con un estilo de apego seguro tienden a tener una
mayor inteligencia emocional, son más empáticas y
asertivas, suelen tener la autoestima más elevada y suelen
destacar por tener relaciones de pareja más autenticas,
estables y duraderas basadas en la confianza mutua, la intimidad
emocional y el apoyo. Las personas con un estilo de apego
ambivalente, sin embargo, les resulta dificil estar sin la pareja
y según su historia personal, pueden tener dudas constantes sobre la
relación, sentir celos, miedo al abandono, ansiedad y ver a su
pareja, más que como un compañero de vida, como una especie de
"madre que nunca tuvieron" o "terapeuta" que
tiene la función de sanar sus debilidades y traumas. Por último,
las personas con un estilo de apego evitativo rechazan o
rehuyen las relaciones de pareja o si deciden entrar en una, no
llegan nunca a ser ellos mismos, a mostrarse abiertamente, a expresar
sus emociones y a llegar verdaderamente a intimar. Es como si su
relación de pareja fuera un mero trámite burocrático.
Cuando
el apego entre padres e hijos ha sido asimétrico, está faltando ese
registro emocional de lo que es una relación segura,
igualitaria, íntima, cercana, empática y respetuosa. Por ese
motivo, estamos condenados a repetir el pasado hasta que no
recordemos, elaboremos y afrontemos la verdad de lo que nos pasó.
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